No es atípica entre la comunidad
no científica la pregunta “bueno... y esto para qué” cuando se presentan nuevos
avances científicos que en un primer momento no presentan ninguna aplicación
práctica. No digamos ya cuando la inversión que hay por medio es relativamente
elevada...
Como primera respuesta diría: Los
científicos tratan de entender cómo funciona la naturaleza, tratan de entender
sus “reglas de juego” para luego poder utilizarlas en nuestro beneficio. Hay
veces en las que no se encuentran, a
priori, aplicaciones a algunas de las facetas de la naturaleza que hemos
descubierto, pero eso no debe ser entendido en ningún momento como un fracaso
de la ciencia.
A lo largo de la historia de la
ciencia podemos encontrar algunos ejemplos de lo que acabo de comentar. En la
rama de la medicina podemos reseñar el descubrimiento del positrón, una
partícula predicha por Paul Dirac y descubierta por Anderson unos años después.
Actualmente, esta partícula es utilizada diariamente en los hospitales en la “Tomografía
por emisión de positrones” (PET por sus siglas en inglés, Positron Emission Tomography).
Michael Faraday |
El primer tubo de rayos catódicos
fue construido por Michael Faraday. Observó que cuando se generaba una
diferencia de potencial entre dos electrodos, el cátodo (polo negativo) emitía
un tipo de radiación, que viajaba hacia el ánodo (el polo positivo).
Se observó que esta radiación era
independiente del tipo de material del que estuviera compuesto el cátodo.
Los rayos catódicos son
invisibles, por lo que en los tubos de rayos catódicos se “pinta” la zona en la
que queramos visualizarlos con un material luminiscente.
Tubo de rayos catódicos con la Cruz de Malta |
Fue George Stoney, quien dio el nombre de electrones a los rayos catódicos.
George Stoney |
Esquema de una pantalla tubo de rayos catódicos |